martes, 19 de enero de 2010

Las fotos más antiguas de Mendoza



El fotógrafo mendocino Coco Yáñez explica cómo llegó la fotografía a Argentina y a Mendoza, quiénes fueron sus protagonistas, cuáles eran las claves de su técnica y cómo era la relación entre el retratado y la cámara.

La fotografía es un documento social. A través de su maravilloso poder de registro visual podemos abordar momentos de nuestra historia desde distintos puntos de vista y leer cada fotografía como si fuera un libro.

La historia de la Mendoza antigua fue registrada por la cámara de tres grandes fotógrafos: Adolfo Alexander, Christiano Junior y Juan Pi. Las tomas de Alexander, las únicas que mostraban a nuestra ciudad antes del terremoto de 1861 se han perdido. Pero las de Junior y Pi, posteriores a la catástrofe, han llegado hasta nosotros no sólo como inapreciables documentos históricos sino como creaciones de gran belleza estética y perfección técnica.

El respetado fotógrafo mendocino Coco Yáñez, reportero gráfico desde 1970 y durante 37 años corresponsal del diario Clarín en nuestra provincia, explica cómo llegó la fotografía a Argentina y a Mendoza, quiénes fueron sus protagonistas, cuáles eran las claves de su técnica y cómo era la relación entre el retratado y la cámara.

Nitrato de plata

“La fotografía se crea en 1839 y en 1843 sólo cuatro años después llega el primer fotógrafo a Buenos Aires, John Elliot y abre el primer estudio fotográfico de daguerrotipos. Diez años después había cantidad de estudios en todo el país. La fotografía se difundió por el mundo muy rápidamente. En los primeros diez años había estudios en todas las grandes ciudades”, relata Yánez.

El daguerrotipo es una plancha de cobre pulida con una capa de nitrato de plata. La exposición se realizaba plasmando la imagen en mercurio y la imagen se fijaba al sumergir la placa en una solución de cloruro sódico.

El fotógrafo explica que “se colocaba en una cajita para protegerlo y se veía moviéndolo. Había una posición en que la luz incidía y uno podía ver el retrato. Los primeros fotógrafos eran alquimistas. Tenían grandes conocimientos de química y ostentaban una especie de aura de misterio, de magia. Para mí la fotografía sigue siendo mágica”.

“En esa época el proceso era muy caro, por lo tanto, la fotografía se consumía en las primeras épocas por las clases muy acomodadas, que eran quienes podían pagarlo”, señala el reportero gráfico.

Los primeros daguerrotipos se entregaban enmarcados y con estuche porque eran muy delicados y se oxidaban en contacto con el aire. Su valor oscilaba entre 100 y 200 pesos, en tanto que el salario de un dependiente era de 20 pesos mensuales. “Luego, gracias a diferentes avances, como la incorporación de colodión húmedo, lo que sería el principio de la película, las placas de cristal, se democratiza, se populariza la fotografía porque el proceso se abarata”, dice Yánez.

Un pase a la eternidad

El primer daguerrotipo conocido en Argentina fue de un gobernador salteño y después el preciado daguerrotipo de San Martín. “Se lo tomaron en Francia. Parece que Merceditas pudo convencerlo y lo llevó a un estudio. Le hicieron dos daguerrotipos, uno se perdió y el otro es el que conocemos, de San Martín viejito, ya que tenía 70 años. Se sabe que pasó unos 40 segundos”, detalla el fotógrafo y agrega que “hay numerosos daguerrotipos de figuras de la historia argentina. Urquiza se hizo muchos retratos, pero el más fotografiado de todos fue Sarmiento. Rosas nunca quiso posar”.

Además de ellos, fueron fotografiados Juan Gregorio de las Heras, el almirante Guillermo Brown; Mariquita Sánchez de Thompson, Doña Paula Albarracín de Sarmiento, Juan Bautista Aberdi, Carlos E. Pellegrini -padre del ex Presidente y uno de los primeros daguerrotipistas-, Manuelita Rosas, Eduardo Belgrano, el general. Prudencio Rosas, Vicente López y Planes, José María Roxas y Patrón, Esteban Adrogué, Bartolomé Mitre y entre muchos otros.

Cultura de la imagen

“Afirmo que se democratiza la fotografía en tanto que su uso comienza a hacerse más sencillo, más accesible. Aparecen los rollos, algunas cámaras empiezan a disminuir el tamaño, los objetivos se hacen de mejor calidad. Por ello, los costos del producto final bajan sensiblemente. Al bajar los costos hay grandes capas de la sociedad que acceden a un retrato. Y comienza a desarrollarse una cultura de la imagen destinada al recuerdo. Antes se hacían retratos, pinturas; pero la fotografía fue desplazándolos. Comenzaron a fotografiarse bodas, familias, entierros, fiestas y todos los momentos considerados socialmente importantes”, explica Coco Yánez.

El fotógrafo manifiesta que a principios de siglo comienzan a aparecer distintas tendencias dentro de la fotografía. “Estaban los pictorialistas, los documentalistas, los que hacían fotografía artística y el negocio, claro, con la famosa carte du visite, las actuales postales, que se enviaban a los conocidos. Esto es lo que llamo democratización de la fotografía”, dice.

“Los pictorialistas intentaban imitar a los pintores y los más ambiciosos, reemplazarlos. Esta tendencia aún tiene muchos seguidores y ya no hay tantas diferencias. Ya no existe esa guerra que hubo al principio entre pintores y fotógrafos. El más conocido entre éstos fue Jean Atget, que fotografió el París del finales del siglo XIX y principios del XX Su nombre es clave en la historia de la fotografía mundial”, subraya el reportero gráfico.

Yánez opina que “entre quienes hacían fotografía artística, lo que hoy se llama fotografía de autor, para mí el más brillante fue Edward Weston, porque su obra tiene una calidad fotográfica excepcional. Entre los documentalistas destacan los que cubrieron la guerra de Crimen y la Guerra de Secesión de Estados Unidos. Ellos son los antecesores de los fotoperiodistas. Iban contratados para cubrir un momento terrible”.

Fotografía, retoque y arte

“Al democratizarse la fotografía aparecen muchísimos estudios. Hay una etapa en la que se retocan los negativos, una especie de photoshop del pasado. El retoque era para hacer parecer al cliente más joven, más lindo o más lozano. Eso no sucedía al principio. Ponían al retratado frente a la cámara, con luz natural y con un apoya cabeza que era un hierro largo con una base que remataba en una especie de u que sujetaba la cabeza. Servía para el cliente se quedara quietito”, relata Yáñez.

Y agrega que si se observa bien, “todas las personas fotografíadas en el siglo XIX tienen casi la misma pose recta, dura, mirando al futuro. Tienen esa cualidad que menciona Susan Sontag, que el tiempo eleva a toda fotografía, a aún a las más banales, a la categoría de arte. Cuando uno mira una foto de 1890 no puede dejar de apreciar ese aura especial”.

Las fotos más antiguas de Mendoza

“El trabajo de Christiano Junior es de una calidad tremenda. Fue un gran retratista y un gran técnico. De hecho es uno de los grandes fotógrafos del siglo XIX, junto con Adolfo Alexander”, opina el mendocino.

Alexander fue el primer fotógrafo que se radicó en Mendoza y el único que tomo imágenes de la ciudad antes de que fuera asolada por el terremoto de 1861. De origen alemán, vivió en la ciudad entre 1855 y 1860, de la que se marchó junto a su familia alertado por un amigo geólogo que le había anticipado que en Mendoza iba a ocurrir una catástrofe. Todas las fotos que Alexander tomó de Mendoza se han perdido.

Junior, portugués nacido en las Islas Azores, abrió su estudio de fotografía en Buenos Aires en 1867. Retrató a importantes personajes de la vida política y cultural del momento, entre ellos a Domingo Faustino Sarmiento y Lucio V. Mansilla. Fue el fotógrafo oficial de la Sociedad Rural Argentina. En 1879 vendió su estudio y comenzó su “gira artística” por todo el país. En 1880 abrió un estudio en Mendoza.

Juan Pi, excepcional

“En Argentina hay como una especie de caída a comienzos del XX. Retrataban al estilo del siglo anterior. No hay grandes fotógrafos, salvo el santafesino Fernando Paillet, o que no fueron muy conocidos hasta muy tarde como fue el caso del suizo Juan Pi, que se radicó en San Rafael cautivado por la luz de Mendoza”, relata Yáñez.

“La fotografía de Juan Pi es sumamente cuidada. Su técnica es perfecta y en eso tiene que ver la cantidad de plata que contenían las emulsiones, que es la base de la fotografía analógica. La cantidad de plata que tenían las emulsiones era muchísimo mayor en las primeras décadas del siglo XX que después, cuando encontraron la manera de disminuir los costos poniendo menos plata. Eso hizo que en algunos casos mejorara la calidad, pero en otros no. Hay fotografías de principios de siglo de una calidad excepcional, como las de Pi”, subraya.

El especialista explica que “cuando ves retratos ambientados de principios del XX o grupos de personas como los que tomó Juan Pi, que fotografió gente en su lugar de trabajo, ves una actitud absolutamente diferente. En estos observás cierta nota de orgullo, el respeto que había entre el fotógrafo y el sujeto fotografiado. Se detecta una especie de temor reverencial al hecho que quedar fotografiado. Destaca la postura de las personas porque había que demostrar que uno era grande, importante, que merecía pasar a la historia”.

“Además es rarísimo encontrar gente sonriendo ante la cámara. Esto se ve en la fotografía de esa época en todo el mundo. Luego se observa que progresivamente la gente empieza a estar más suelta ante la cámara; más tarde aparecen las primeras sonrisas. Hoy, en que todos son fotógrafos y sujetos fotografiados, la estimación general es que cuando se posa se debe sonreír ante la cámara. La gente quiere salir favorecida y esto implica sonreír. La gente no quiere salir seria, evita el drama. Ha cambiado el concepto de mostrar la idea que se tiene de sí mismo”, reflexiona el fotógrafo.

domingo, 17 de enero de 2010

Avatar o la posibilidad de ser otro



El concepto tiene múltiples significados que provienen de la religiosidad hindú y de la nueva ciencia ficción. Impregna la informática a través de las imágenes con que nos presentamos en internet y son proyecciones mejoradas de nuestro yo.

No basta con ser siempre nosotros mismos. Una vida no alcanza para explorar nuestras emociones, nuestro intelecto ni nuestros sueños.

De ahí que el concepto de avatar tenga un abanico de significados que llegan desde lo profundo de la religiosidad hindú para atravesar la psicología y la tecnología contemporáneas.

Decimos “los avatares de la vida” para expresar las vicisitudes, los cambios que nos acontecen sin preverlos. Pero pocos saben que en el hiduismo un avatar es la encarnación terrestre de una deidad, que de acuerdo a sus textos sagrados hay más de una decena de tipos de avatar y que también se aplica al concepto de transformación en tanto que reencarnación del alma.

Así, hay quienes sostienen que Zoroastro, Buda, Quetzalcóalt y Cristo fueron avatares de un dios o ser superior.

Para las nuevas tecnologías de la comunicación un avatar es un asistente virtual informático, es decir una herramienta gráfica semejante a personajes virtuales con capacidad de atender a los visitantes de una página web. La imagen que los representa se conoce como avatar.

A 27 años de la creación del primer protocolo de Internet, esta representación de nosotros mismos en la red combina el nick name, los emoticones, los buddy icon del Messenger y del correo electrónico con los avatares de los videojuegos. En todas estas proyecciones del yo, nos presentamos en el mundo virtual no sólo distintos de lo que somos, sino como querríamos ser. Lanzamos al ciberespacio una suerte de fotografía de nuestro super yo. “Reencarnamos” en otro, casi siempre, mejor.

Del papel a las pantallas

La narrativa del ciberpunk, la nueva ciencia ficción, es la gran proveedora de ideas y términos para las nuevas tecnologías. Desde el término realidad virtual, creado por William Gibson en Neuromante hasta metaverso introducido por Bruce Sterling en su novela Snow Crash.

Los ejemplos pueden citarse por decenas, pero destacamos esta última obra de Sterling de 1992 porque allí el término avatar adquiere un nuevo sentido en el que se amplifican todos los significados anteriores.

La televisión y el cine también han sido permeables a los aportes de la nueva ciencia ficción. Basta evocar sumariamente el Holodeck de Star Trek, los dobles de Philip K. Dick en El vengador del futuro (basado en el cuento Podemos recordarlo todo por usted); el avatar Einstein creado por Brian Aldiss y que fuera llevado al cine en Inteligencia artificial, basada en su relato Los superguetes duran todo el verano o el avatar de Neo en Matrix, otro préstamo del genial Philip K. Dick.

James Cameron en su película Avatar reúne todos estos elementos para componer una opípara historia de ciencia ficción, en la que no faltan los villanos y paladines, las loas a la ecología ni los reclamos al respeto por las culturas autóctonas en un deslumbrante derroche de efectos especiales.

Niks, emoticones y buddies

“El hecho de estar conectado a una red desde una terminal implica la presencia de un usuario. Esa presencia implícita se da por la existencia, la producción o el consumo de contenidos, creados por los usuarios que están dentro de esa misma red”, explica el mendocino Alejandro Prieto, desarrollador de sitios web.

El diseñador gráfico señala que en los primeros experimentos con redes con los protocolos TCP/IP, los pioneros de Internet y del hipertexto, surgió la noción de que además de haber un servicio y un contenido que se consume, hay una persona conectada que puede aportar a esa red. Por ello se desarrollaron programas, aplicaciones y servicios que permitieron que esas personas se conectaran y produjeran contenidos en grupo y tener una interacción entre sí, pasando de ser una acción pasiva a una interactiva.

“Aparecieron los primeros chats, los primeros protocolos irc, del cual derivó, años más tarde y entre otros, el Messenger, en los que presencia del usuario y la forma de interacción se verifica a través del hipertexto, que es la forma más básica de la web. En los chats, para agregarle algo de sentimiento, de expresividad a los mensajes, se empezaron a desarrollar los emoticones y buddies”, historiza el desarrollador de videojuegos.

La gente empezó a aportar nuevos símbolos que expresan estados de ánimo y que enriquecen la comunicación para hacerla más humana. Los emoticones sirvieron para adjetivar y ampliar el sentido de la palabra escrita en los chats.

Ser para ser otro

La necesidad de usuario de personalizar ese tipo de entorno es constante. “Cuando se ampliaron los protocolos y el ancho de banda aumentó, comenzó a enriquecerse la comunicación con imágenes, sonido, videos y ahí es donde al nick se le suma el avatar, la imagen de 96 x 96 píxeles. Este avatar es la imagen personalizada del usuario o de lo que al usuario le gustaría ser”, apunta Prieto.

Para el experto, “la apariencia de una persona en la vida real y en un metaverso nunca coinciden. Es una suerte de ficción de uno mismo. La gente empezó a customizarse. El tatuaje analógico y el avatar digital son como la misma cosa, es modificarse. La elección de un personaje en un metaverso tiene que ver las proyecciones, generalmente, el ser más de lo que se es”.

En la década del ´80 empezaron a difundirse los usos de la realidad virtual: una persona conectada a una máquina por un sistema lógico, dispositivos de hardware vinculados a un software que permiten interactuar en un entorno virtual que replica leyes del mundo físico.

“En esa interacción la presencia de la persona no estaba disociada de ella. Se mantenía la primera persona, el yo, y no veía ni interactuaba con otros. La realidad virtual sitúa a la persona en una realidad diferente y le permite realizar otro tipo de acciones. Esa tecnología se creó primero para el entretenimiento y después tuvo aplicaciones en la medicina y en la aeronáutica con los simuladores de vuelo, por ejemplo”, distingue Prieto.


Vivir en un metaverso

En los primeros juegos en red se incluyeron leyes de la física terrestre, la velocidad del viento y la gravedad. “Esto fue la base de los metaversos, donde tienen cabida los avatares más complejos, ya que operan con engines 3D y permiten al usuario moverse en cualquier dirección y realizar cualquier acción”, explica el diseñador.

Y cita como ejemplo a los juegos de estrategia como World or Warcraft o más orientados aspectos sociales como Second Life. “Estos son juegos MMORPG (Massively Multiplayer Online Role-playing Game), son juegos multijugador masivos. Es decir, que hay cientos de miles de jugadores conectados interactuando con vos, es decir, con tu avatar”, subraya el especialista.

Lo que define a un avatar es la interacción, la tarea a realizar y el objeto con el que se realiza la tarea. La relación de estas tres categorías junto a la relación entre el entorno, la máquina y el yo de acuerdo a la definición de interfaz perfilan a un avatar.

“Un avatar es un agente virtual lógico que es parte de un software que te representa dentro de un metaverso. Esa representación se da por la presencia online y la apariencia visual. Es parte del software del mismo metaverso, no hay una individualidad en el avatar sino la que uno le da cuando lo usa. Es la última interfaz que tenemos con un metaverso”, sintetiza el desarrollador.

Prieto señala que “un avatar indica que estás conectado ya que es un indicador de presencia, es un nick name visual, es una proyección del yo. Indica tu presencia, sos vos dentro del metaverso pero también es el metaverso”.

Los otros mundos

Un metaverso es una metáfora del mundo real y ofrece gran complejidad. Tiene ciertas reglas físicas del mundo real. La corporeidad, la interactividad y la persistencia son las condiciones estrictas para que crear un metaverso.

“Uno se conecta al metaverso a través de una interfaz. En ellos vos elegís a tu avatar, es decir al personaje que te va a representar. Le ponés un nombre, cualidades, aptitudes y apariencia. Y en esos metaversos, donde el avatar tiene un grado de iconicidad más alta con respecto al hombre, esa realidad tiene otro sentido. La lógica de esos mundos se hace más compleja, empezás a tener distintas formas de interacción con los otros avatares, desde el intercambio monetario hasta un romance o sexo”, expone Prieto.

Y cuenta que un grupo de Estados Unidos puso una bodega tal cual iba a ser en el mundo real en Second Life, los avatares que compraran un vino en la bodega virtual habían comprado un vino por anticipado a esta bodega. Y luego se la mandaban a la casa del usuario. Empresas, museos y hasta universidades tienen una versión en Second Life; donde los avatares de los alumnos pueden tomar clases o hacer una consulta al avatar de un profesor.

¿Quién soy yo?

“Si podés relacionarte con una persona vía texto, hacerte amigo o enamorarte vía chat o foro, cuando además del texto hay un avatar tuyo, el metaverso se hace más complejo. E implica la posibilidad de que las personas lo expandan. Ese es el triunfo de los metaversos actuales. Al principio fueron las relaciones sociales, luego se sumó el componente económico y más tarde el profesional. Tu avatar puede relacionarse de mil maneras en el juego o en esa comunidad virtual”, argumenta Prieto.

La reflexión obligada es la pregunta por el yo, qué es la presencia de otro. Gran lector, Prieto manifiesta: “Una carta indica la presencia de una persona remota, pero si esa presencia remota es en tiempo real, la distancia que representa la presencia física empieza a cambiar de sentido”.

“Creo que esto es la causa de que en la era de la información, la interacción que tenemos con otras personas es mucho mayor que antes. Con o sin avatar, estamos conectados a Twitter, Facebook, Skype, Gtalk, el e-mail y tenemos un rango de interacción con otras personas muy intenso a pesar de estar detrás de una computadora”, opina el experto.

miércoles, 6 de enero de 2010

Autos y hombres: una historia de amor


¿Quién no ha tenido una historia de amor en un auto? ¿Quién no ha pasado del robo de un beso a último momento a empañar los cristales durante una fría noche de invierno?

¿Qué sería de las estrellas de rock sin las limusinas? ¿De los Simpson sin su rosado Sedan Familiar? Sin los autos, ¿hubieran existido las chicas de calendario acariciando sus tentadores clásicos rojos, azules y negros? ¿Los Cadillacs habrían sido tan poderosos sin la presencia de Elvis? ¿Qué habría le habría a James Dean de no conducir un Porsche 550 Spyder? ¿La chalina de Isadora Duncan bailaba cuando se enredó en la llanta del Almicar GS 1924 ocasionándole la muerte?

Batman no sería Batman sin el Batimóvil; los Duques de Hazzard hubieran sido olvidados sin su Dodge Charger 1969; Pedro Picapiedra y su troncomóvil, James Bond y sus autos espía y el DeLorean DMC-12 de Volver al futuro inmortalizaron a sus conductores.

Más allá de las leyes de la termodinámica que rigen a la máquina, la relación entre autos y hombres protagonizan una intensa historia de amor.

Un auto es un símbolo. Su creación significó una revolución y rápidamente se convirtió en mucho más que un medio de transporte. Fetiche, objeto de rebeldía, de libertad, de creatividad, de potencia sexual, de extensión del cuerpo: el auto es una máquina cultural.

Máxima velocidad

La intensa relación que mantienen hombres y mujeres con sus autos ha sido registrada por escritores, pintores, fotógrafos, cineastas desde que en 1798, en plena revolución francesa, Philippe Lebón inventó un gas capaz de alumbrar y mover máquinas.

Pero ese primer diseño no llegaría a hacerse realidad hasta 1896, cuando Karl Benz le puso cuatro ruedas y un motor a un cajón de manzanas. Se masificó en 1908 con el Ford T, para ejercer una gran influencia en el mundo de las artes y la literatura.

Rica en historias afortunadas, mitos, leyendas y catástrofes, el vínculo entre los automóviles y sus pilotos abunda en estrépitos pasionales, desde el fetichismo, el toqueteo constante de sus partes íntimas (léase todo lo que está debajo del capot) hasta la obsesión por la “pinta”.

Para algunos, los autos tienen un espíritu propio, una vida autónoma, independiente de su conductor. Y todo lo que hace o deja de hacer el auto es motivo de orgullo o preocupación para el no tan inocente dueño del volante.

En el camino

“Un automóvil de carreras es más hermoso que la Victoria de Samotracia”, sentenció Marinetti en el Manifiesto del Futurismo. Signo de progreso y modernización, las vanguardias artísticas de comienzos del siglo XX se apoderaron de él. Y, como un Pegaso a gasolina, el auto llevó a los artistas a todas partes.

En 1954, Nicolas Bouvier, en Los caminos del mundo, junto al pintor Thierry Vernet, emprende la ruta de la seda a bordo de un Fiat 500 Topolino, llegando a Afganistán por los itinerarios de los camelleros de antaño.

En cuanto a Jack Kerouac, se lanza En el camino tras las huellas de los pioneros americanos, a bordo de vehículos que le llevan de un océano a otro, pasando de un Hudson 49 a un Plymouth de edad incierta. Al volante de su Toyota Land Cruiser, Bruce Chatwin parte en busca de las raíces del nomadismo primitivo en Los trazos de la canción.

Stephen King explora con obstinación a personajes víctimas de automóviles, él mismo entre ellos. Christine, novela sobre un Plymouth Fury 1958, From a Buick 8, Viajando sobre la bala, Misery y Cementerio de mascotas son ejemplo de ello.

El genial J.G. Ballard en su famosa Crash muestra la perversa relación, plena de erotismo, entre sus protagonistas con sus autos, sus accidentes y sus cicatrices.

Eduardo Galeano, Rafael Alberti, Miguel Delibes, Juan Marsé, Fernando Arrabal, Italo Calvino, entre incontables autores, escribieron sobre, en y desde un auto. "El amor existe. Pero anda en automóvil", dijo el poeta brasileño Mario de Andrade.

Entre los argentinos, autos y conductores recorren calles y rutas con más de un conflicto. Roberto Arlt en muchas de sus Aguafuertes porteñas dio cuenta de eso, como en El paraíso de los inventores, donde habla de los cementerios de autos.

El Gordini de Una sombra ya pronto serás, de Osvaldo Soriano; Saer, Fogwill, Giardinelli, Caparrós, Fontanarrosa, Vitagliano, Bioy Casares y Cortázar se sirven de la situación de manejar autos para revelar aspectos del personaje que sólo un este medio puede mostrar. Así, el automóvil avanza cada vez a mayor velocidad, por las carreteras de la literatura llenando el camino de mensajes.

Prohibido estacionar

El escritor brasileño Paulo Coelho filmó en Praga, República Checa, el último comercial de Volkswagen Brasil para su modelo Voyage. El comercial ironiza una absurda comparación entre estos "dos grandes éxitos" que son el Voyage y Paulo Coelho. Obviamente, el auto sale ganando en todo.

viernes, 1 de enero de 2010

1º de enero, el día de los revolucionarios



Líderes revolucionarios de todas las épocas eligieron Año Nuevo para cambiar el orden establecido e imponer el propio. La fecha encierra un poderoso significado simbólico asociado a la fe religiosa y la promesa de una vida mejor. Incluso San Martín se rebeló el primer día de 1820.

El 1 de enero es una fecha emblemática no sólo por ser el día inaugural de un nuevo año, sino porque a lo largo de la historia ha sido elegido por reyes, conquistadores, líderes políticos y revolucionarios para asumir el poder sin privarse de arduas luchas tanto en el campo de batalla como en la palestra política.

Así, en 639 Mahoma captura La Meca con su ejército; en 1432 Yusuf es proclamado sultán en Granada; en 1554, en Chile, los mapuches al mando de Lautaro derrotan a los españoles y dan muerte a Pedro de Valdivia; en 1809 Martín de Álzaga encabeza en Buenos Aires una asonada para destituir a Santiago de Liniers; en 1861 Benito Juárez entra a la Ciudad de México después de la Guerra de Reforma; en 1942 se firma la Declaración de las Naciones Unidas en Nueva York y en 1951 la ONU crea el ACNUR (Alto Comisionado de Naciones Unidas para el Refugiado); en 1959 Fidel Castro derroca a Batista y comienza la Revolución Cubana y en 1994, en México, el subcomandante Marcos se rebela al frente del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

Entre los centenares de ejemplos, destacan las coronaciones de reyes y emperadores; las asunciones de cargos presidenciales, las declaraciones de guerra, y claro, sus contrapartidas: asesinatos de reyes, derrocamientos de presidentes y capitulaciones de generales.

Se hace evidente que la elección del 1 de enero para “empezar de nuevo” encierra significados políticos y culturales estrechamente vinculados a la problemática de las revoluciones. La larga serie de evidencias históricas señalan que esta fecha elegida insistentemente para poner en marcha procesos revolucionarios.

Uso político del 1 de enero

“Esto se asocia al amplio contexto de la cultura mediterránea específicamente cristiana. Es una experiencia que se puede vincular con la cultura política ibérica porque hay una sensibilidad especial y un uso político del 1 de enero señalado como punto de inflexión fundacional de un nuevo orden, contrario al existente, refundado sobre la base de la justicia y el desafío rotundo de la autoridad”, explica la doctora en Historia Beatriz Bragoni.

Para la investigadora del CONICET, el que estos sucesos hayan ocurrido el 1 de enero tiene que ver con la relajación de los sistemas de control haciendo posible poner en marchas estas acciones políticas colectivas.

Bragoni destaca que “no es un detalle menor la supuesta disminución de los controles policiales al momento de hacer exitosa una revolución o una iniciativa política de esta naturaleza. Esto está unido a una concepción del “buen gobierno”. Toda la tradición política ibérica desde la época colonial hasta las de las guerras de independencia, justificaba la rebelión como un acto legítimo en función de un gobierno que se considera justo frente a otro que se cree injusto”.

“Es una experiencia que se vincula con el pasado porque aún en el marco del antiguo régimen, en el marco de las monarquías católicas ibéricas, el 1 de enero era una fecha servía para iniciar este tipo de acontecimientos. Esto permite apreciar el componente político que no necesariamente tiene que ver con los atributos de las revoluciones en sí mismas”, señala Bragoni.

E ilustra esta idea con un ejemplo. “Entre la revolución de Rafael de Riego, del 1 de enero de 1820, que sirvió para rebelarse contra el absolutismo, y la Revolución Cubana liderada por Fidel Castro hay un abismo. Una revolución es una práctica política de desafío a la autoridad vigente de larga data que encuentra legitimidad en el largo plazo”, apunta la titular de la cátedra Historia de las instituciones argentinas en la Facultad de Derecho de la UNCuyo.

Religión, revolución y política

La investigadora señala que en este marco religión y política no están escindidas. El 1 de enero no sólo ha sido usado con un sentido político revolucionario, sino también asociado a un imaginario simbólico como el cristiano que lo supera y lo contextualiza en torno al desafío de la autoridad.

“Es obvio que las revoluciones no se han hecho en nombre de la religión”, asevera Bragoni. Pero explica que “el sistema de creencias opera decisivamente en las formas de pensar el cambio social y en este sentido que estos grupos revolucionarios, más allá de sus singularidades, hayan previsto y organizado sus estrategias conspirativas para presentarse en el espacio público el 1 de enero, implica que consciente o inconscientemente, esta fecha es clave para marcar un antes y un después en una concepción de tiempo en donde la revolución opera como inflexión y como ruptura”.

La docente destaca que en las revoluciones, en las guerras de independencia, el entusiasmo y la promesa como concepto teleológico ocupa un lugar central. No se trata de una relación directa entre religión y política sino del vínculo que mantienen en relación a la promesa y la construcción de un orden social y político distinto en el que se vive.

“La promesa se vincula con el 1 de enero porque es renovación, regeneración, revolución. Esto pone en evidencia un fenómeno de mucho mayor alcance que es la complejidad de los móviles que invitan a la acción política individual y colectiva”, argumenta.

La historiadora reflexiona: “En la tradición cristiana, el tema de la promesa tiene una enorme potencialidad porque las revoluciones plantean la posibilidad de hacer en la Tierra, encierran la potencialidad de crear una sociedad justa, de buen gobierno, de convivencia humana posible, que ya no sólo se ubica en la dimensión celestial sino que está llamada a ser concretada en un plano terrenal. Solamente para un pensamiento revolucionario, como fue el de la Ilustración y el de los movimientos emancipadores americanos del Siglo XIX y que se proyectan hasta el siglo XX, esa creencia, esa convicción puede compensar tanto sacrificio, osadía y coraje para creer que es posible. Si no estás convencido de que eso es posible es muy complicado sacrificar tu vida por la patria, por la igualdad, por la justicia, por ideales”.

Cabildos y revolucionarios

El 1 de enero se producía en todo el mundo ibérico, prescripto por el derecho vigente, el cambio de los capitulares en los cabildos. Era el día en que los cabildos se renovaban anualmente y los vecinos llevaban a cabo la elección de las nuevas autoridades.

“Ese día estaba pensado como un momento de cambio institucional y esto también pudo haber ayudado para que esa fecha fuera vista como propicia desde el poder, no ya desde acciones políticas subalternas, para un cambio en el funcionamiento de las instituciones”, explica Bragoni al tiempo que señala que esto se reproduce en todas las geografías iberoamericanas.

En el Río de la Plata también hay historias en este sentido. “El 1 de enero de 1809 cuando el Cabildo de Buenos Aires iba a renovarse, la coyuntura pretendió ser aprovecha por los capitulares realistas y muy fieles al rey Fernando VII cautivo en España, para ir en contra de las aspiraciones del sector patriota. En este caso, las fuerzas realistas fueron derrotadas por las milicias criollas dirigidas por Liniers y sostenidas por Cornelio Saavedra. Así, el golpe de 1809 es un anticipo de todo lo que va a pasar después en 1810”, relata Bragoni.

La especialista señala que “otro ejemplo muy sintomático de fin de año fue la batalla de Cerrito en la que Rondeau vence los realistas de Montevideo el 31 de diciembre de 1813. Eso marca que la fecha no está pensada para festejar sino que esos tiempos están pensados solamente en términos políticos. No hay otro interés”.

Mendoza no escapa a las prácticas de rebeldía de comienzos del año. E1 de enero fue elegido en varias ocasiones por los delegados de campaña para oponerse a la autoridad de turno, por ejemplo gobernadores, o para disputar a nivel territorial sus propios privilegios o sus propios derechos en torno a las luchas que se dieron en el siglo XIX entre federales y unitarios.

La investigadora aporta un ejemplo curioso: “Hay un caso muy particular que se desarrolla en San Carlos”, detalla. La batalla de Pavón que catapulta el liderazgo de Mitre sobre Urquiza tiene lugar en septiembre de 1861; ese cambio en las reglas del juego gravita en todas partes y alcanza a San Carlos, distrito de la frontera sur y baluarte de la sociedad hispanocriolla, donde la disputa se da entre los líderes locales.

"El 1 de enero de 1862 el capitán de milicias y hacendado Francisco Lencinas dirigió el asalto a la casa del subdelegado nombrado por el entonces gobernador Videla apoyado por una partida de treinta personas que incluía a tres oficiales sembrando alarma entre los vecinos. Frente a la negativa del juez legal creado por el gobierno provincial, el “caudillo” había captado seguidores entre vecinos y dragones con la promesa de permitir el saqueo. A los cinco minutos de descarga de fusiles al grito de ¡maten a ese pícaro!, la “turba de bandidos” que aspiraba al pillaje fue interceptada por una partida afín al subdelegado que cuidó la “dignidad del gobierno, los intereses y las personas del lugar”, explica entusiasta Bragoni.

San Martín, Año Nuevo y desobediencia

La historiadora explica que en Mendoza los primeros días de enero de 1820 fueron críticos cuando José de San Martín decidió desobedecer a la autoridad central de Buenos Aires y sustraer el apoyo de su ejército a la guerra que libraba el Directorio contra los federalistas del Litoral.

Y amplía: “El 9 de enero de 1820 fue el día elegido por los revolucionarios de San Juan liderados por antiguos oficiales del Ejército de los Andes para rebelarse no solamente contra San Martín, que en ese momento era visto como un tirano, sino además para impugnar el sentido de unidad eficiente, como diría Juan Draghi Lucero, dado por el esquema de poder sanmartiniano construido paciente y aceleradamente entre 1814 y 1820”.

“Los primeros días de enero 1820 fueron críticos y fundacionales para la historia de Cuyo porque se termina y se liquida la Gobernación de Cuyo creada en 1813 y emergen tres provincias soberanas: Mendoza, San Juan y San Luis. La Gobernación de Cuyo desaparece como entidad política, creada para sostener la revolución en el Río de la Plata. Y es justamente desde el seno del Ejército de los Andes donde emerge el desmembramiento de la gobernación cuyana”, subraya la especialista.