martes, 19 de enero de 2010

Las fotos más antiguas de Mendoza



El fotógrafo mendocino Coco Yáñez explica cómo llegó la fotografía a Argentina y a Mendoza, quiénes fueron sus protagonistas, cuáles eran las claves de su técnica y cómo era la relación entre el retratado y la cámara.

La fotografía es un documento social. A través de su maravilloso poder de registro visual podemos abordar momentos de nuestra historia desde distintos puntos de vista y leer cada fotografía como si fuera un libro.

La historia de la Mendoza antigua fue registrada por la cámara de tres grandes fotógrafos: Adolfo Alexander, Christiano Junior y Juan Pi. Las tomas de Alexander, las únicas que mostraban a nuestra ciudad antes del terremoto de 1861 se han perdido. Pero las de Junior y Pi, posteriores a la catástrofe, han llegado hasta nosotros no sólo como inapreciables documentos históricos sino como creaciones de gran belleza estética y perfección técnica.

El respetado fotógrafo mendocino Coco Yáñez, reportero gráfico desde 1970 y durante 37 años corresponsal del diario Clarín en nuestra provincia, explica cómo llegó la fotografía a Argentina y a Mendoza, quiénes fueron sus protagonistas, cuáles eran las claves de su técnica y cómo era la relación entre el retratado y la cámara.

Nitrato de plata

“La fotografía se crea en 1839 y en 1843 sólo cuatro años después llega el primer fotógrafo a Buenos Aires, John Elliot y abre el primer estudio fotográfico de daguerrotipos. Diez años después había cantidad de estudios en todo el país. La fotografía se difundió por el mundo muy rápidamente. En los primeros diez años había estudios en todas las grandes ciudades”, relata Yánez.

El daguerrotipo es una plancha de cobre pulida con una capa de nitrato de plata. La exposición se realizaba plasmando la imagen en mercurio y la imagen se fijaba al sumergir la placa en una solución de cloruro sódico.

El fotógrafo explica que “se colocaba en una cajita para protegerlo y se veía moviéndolo. Había una posición en que la luz incidía y uno podía ver el retrato. Los primeros fotógrafos eran alquimistas. Tenían grandes conocimientos de química y ostentaban una especie de aura de misterio, de magia. Para mí la fotografía sigue siendo mágica”.

“En esa época el proceso era muy caro, por lo tanto, la fotografía se consumía en las primeras épocas por las clases muy acomodadas, que eran quienes podían pagarlo”, señala el reportero gráfico.

Los primeros daguerrotipos se entregaban enmarcados y con estuche porque eran muy delicados y se oxidaban en contacto con el aire. Su valor oscilaba entre 100 y 200 pesos, en tanto que el salario de un dependiente era de 20 pesos mensuales. “Luego, gracias a diferentes avances, como la incorporación de colodión húmedo, lo que sería el principio de la película, las placas de cristal, se democratiza, se populariza la fotografía porque el proceso se abarata”, dice Yánez.

Un pase a la eternidad

El primer daguerrotipo conocido en Argentina fue de un gobernador salteño y después el preciado daguerrotipo de San Martín. “Se lo tomaron en Francia. Parece que Merceditas pudo convencerlo y lo llevó a un estudio. Le hicieron dos daguerrotipos, uno se perdió y el otro es el que conocemos, de San Martín viejito, ya que tenía 70 años. Se sabe que pasó unos 40 segundos”, detalla el fotógrafo y agrega que “hay numerosos daguerrotipos de figuras de la historia argentina. Urquiza se hizo muchos retratos, pero el más fotografiado de todos fue Sarmiento. Rosas nunca quiso posar”.

Además de ellos, fueron fotografiados Juan Gregorio de las Heras, el almirante Guillermo Brown; Mariquita Sánchez de Thompson, Doña Paula Albarracín de Sarmiento, Juan Bautista Aberdi, Carlos E. Pellegrini -padre del ex Presidente y uno de los primeros daguerrotipistas-, Manuelita Rosas, Eduardo Belgrano, el general. Prudencio Rosas, Vicente López y Planes, José María Roxas y Patrón, Esteban Adrogué, Bartolomé Mitre y entre muchos otros.

Cultura de la imagen

“Afirmo que se democratiza la fotografía en tanto que su uso comienza a hacerse más sencillo, más accesible. Aparecen los rollos, algunas cámaras empiezan a disminuir el tamaño, los objetivos se hacen de mejor calidad. Por ello, los costos del producto final bajan sensiblemente. Al bajar los costos hay grandes capas de la sociedad que acceden a un retrato. Y comienza a desarrollarse una cultura de la imagen destinada al recuerdo. Antes se hacían retratos, pinturas; pero la fotografía fue desplazándolos. Comenzaron a fotografiarse bodas, familias, entierros, fiestas y todos los momentos considerados socialmente importantes”, explica Coco Yánez.

El fotógrafo manifiesta que a principios de siglo comienzan a aparecer distintas tendencias dentro de la fotografía. “Estaban los pictorialistas, los documentalistas, los que hacían fotografía artística y el negocio, claro, con la famosa carte du visite, las actuales postales, que se enviaban a los conocidos. Esto es lo que llamo democratización de la fotografía”, dice.

“Los pictorialistas intentaban imitar a los pintores y los más ambiciosos, reemplazarlos. Esta tendencia aún tiene muchos seguidores y ya no hay tantas diferencias. Ya no existe esa guerra que hubo al principio entre pintores y fotógrafos. El más conocido entre éstos fue Jean Atget, que fotografió el París del finales del siglo XIX y principios del XX Su nombre es clave en la historia de la fotografía mundial”, subraya el reportero gráfico.

Yánez opina que “entre quienes hacían fotografía artística, lo que hoy se llama fotografía de autor, para mí el más brillante fue Edward Weston, porque su obra tiene una calidad fotográfica excepcional. Entre los documentalistas destacan los que cubrieron la guerra de Crimen y la Guerra de Secesión de Estados Unidos. Ellos son los antecesores de los fotoperiodistas. Iban contratados para cubrir un momento terrible”.

Fotografía, retoque y arte

“Al democratizarse la fotografía aparecen muchísimos estudios. Hay una etapa en la que se retocan los negativos, una especie de photoshop del pasado. El retoque era para hacer parecer al cliente más joven, más lindo o más lozano. Eso no sucedía al principio. Ponían al retratado frente a la cámara, con luz natural y con un apoya cabeza que era un hierro largo con una base que remataba en una especie de u que sujetaba la cabeza. Servía para el cliente se quedara quietito”, relata Yáñez.

Y agrega que si se observa bien, “todas las personas fotografíadas en el siglo XIX tienen casi la misma pose recta, dura, mirando al futuro. Tienen esa cualidad que menciona Susan Sontag, que el tiempo eleva a toda fotografía, a aún a las más banales, a la categoría de arte. Cuando uno mira una foto de 1890 no puede dejar de apreciar ese aura especial”.

Las fotos más antiguas de Mendoza

“El trabajo de Christiano Junior es de una calidad tremenda. Fue un gran retratista y un gran técnico. De hecho es uno de los grandes fotógrafos del siglo XIX, junto con Adolfo Alexander”, opina el mendocino.

Alexander fue el primer fotógrafo que se radicó en Mendoza y el único que tomo imágenes de la ciudad antes de que fuera asolada por el terremoto de 1861. De origen alemán, vivió en la ciudad entre 1855 y 1860, de la que se marchó junto a su familia alertado por un amigo geólogo que le había anticipado que en Mendoza iba a ocurrir una catástrofe. Todas las fotos que Alexander tomó de Mendoza se han perdido.

Junior, portugués nacido en las Islas Azores, abrió su estudio de fotografía en Buenos Aires en 1867. Retrató a importantes personajes de la vida política y cultural del momento, entre ellos a Domingo Faustino Sarmiento y Lucio V. Mansilla. Fue el fotógrafo oficial de la Sociedad Rural Argentina. En 1879 vendió su estudio y comenzó su “gira artística” por todo el país. En 1880 abrió un estudio en Mendoza.

Juan Pi, excepcional

“En Argentina hay como una especie de caída a comienzos del XX. Retrataban al estilo del siglo anterior. No hay grandes fotógrafos, salvo el santafesino Fernando Paillet, o que no fueron muy conocidos hasta muy tarde como fue el caso del suizo Juan Pi, que se radicó en San Rafael cautivado por la luz de Mendoza”, relata Yáñez.

“La fotografía de Juan Pi es sumamente cuidada. Su técnica es perfecta y en eso tiene que ver la cantidad de plata que contenían las emulsiones, que es la base de la fotografía analógica. La cantidad de plata que tenían las emulsiones era muchísimo mayor en las primeras décadas del siglo XX que después, cuando encontraron la manera de disminuir los costos poniendo menos plata. Eso hizo que en algunos casos mejorara la calidad, pero en otros no. Hay fotografías de principios de siglo de una calidad excepcional, como las de Pi”, subraya.

El especialista explica que “cuando ves retratos ambientados de principios del XX o grupos de personas como los que tomó Juan Pi, que fotografió gente en su lugar de trabajo, ves una actitud absolutamente diferente. En estos observás cierta nota de orgullo, el respeto que había entre el fotógrafo y el sujeto fotografiado. Se detecta una especie de temor reverencial al hecho que quedar fotografiado. Destaca la postura de las personas porque había que demostrar que uno era grande, importante, que merecía pasar a la historia”.

“Además es rarísimo encontrar gente sonriendo ante la cámara. Esto se ve en la fotografía de esa época en todo el mundo. Luego se observa que progresivamente la gente empieza a estar más suelta ante la cámara; más tarde aparecen las primeras sonrisas. Hoy, en que todos son fotógrafos y sujetos fotografiados, la estimación general es que cuando se posa se debe sonreír ante la cámara. La gente quiere salir favorecida y esto implica sonreír. La gente no quiere salir seria, evita el drama. Ha cambiado el concepto de mostrar la idea que se tiene de sí mismo”, reflexiona el fotógrafo.

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